martes, 24 de noviembre de 2020

¿Cómo afrontar las consecuencias de la incertidumbre? Unas pautas generales.

Vistas las respuestas a las preguntas formuladas en mis redes sociales, este tema era sin duda el primero que debía salir a la luz. Es bien sabido que actualmente hay una preocupación creciente por la situación actual... no sabemos que va a pasar en prácticamente ningún aspecto. Política, economía, salud, enseñanza... pilares de nuestra sociedad que actualmente tenemos en "stand by" y que hemos tenido que aprender a pasar "medio" por alto para poder continuar con nuestras vidas.

Hay personas que han perdido a sus seres queridos sin poder despedirse; profesionales de la salud que luchan con uñas y dientes, doblando turnos y casi sin recarga en sus propias pilas, en los hospitales y centros de salud; estudiantes que terminaron su curso en Junio  por videoconferencia, y que aún no saben que pasará con su curso actual; trabajadores que han perdido su empleo y comercios que están cerrando porque no pueden mantener las condiciones impuestas para hacer frente a la pandemia; y personas con problemas psicológicos que resultan estar más aislados (sí, aún era posible) por las medidas de restricción vigentes (sé que me dejo muchos dramas, pero si los nombro todos no termino).

Pero es imposible mantener a Pepito Grillo dormido todo el día, y no pensar de forma reiterada en esos asuntos. Para muchas personas ha supuesto muchos cambios, y muchos (por no decir todos) no sabemos los que nos supondrá. De entrada, cambios, incertidumbre sobre el futuro, inseguridad. Parece que el suelo que pisamos se mueve, que ya no tenemos nada seguro. 

En esta situación se hace vital el autocuidado psicológico (y a todos los niveles), la detección precoz y la ayuda, la cual muchas veces no pedimos. Ese cable del que nos gustaría tirar en muchas ocasiones pero con el que todavía hay mucho tabú. Ahora además se le añade la dificultad económica, sabiendo que existen muchas personas que no se lo pueden permitir de forma privada y no pudiendo acceder a salud mental de las instituciones públicas debido a su saturación.

El Sr. Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, ya vaticinó en una entrevista a El Mundo, que a nivel nacional habría un incremento mínimo del 20% en sintomatología ansiosa y depresiva, y un 25 % en trastornos del sueño. Creedme cuando os digo que este panorama ya está vigente a día de hoy, habiendo aumentado las consultas por estos motivos de forma exponencial desde el mes de febrero.

Por eso creo que es sumamente necesario el autocuidado, el estar atentos, protegernos y acudir a un profesional si lo consideramos oportuno, pero sin apurar. Recordad que no es más fuerte quién peor llega a una consulta, pero sí el que probablemente tardará más en superar su problemática. Para ello, y para que podáis llevar ese autocuidado psicológico de una forma más productiva, os explico cinco pautas que pueden ayudaros a nivel general:

1.- Identificar y comprender tus propias emociones. El miedo, el estrés y las preocupaciones constantes forman parte de lo esperado en una situación como la que vivimos, y optar por el bloqueo y la desconexión emocional puede resultar un buen mecanismo de defensa a corto plazo. Sin embargo, a medio y largo plazo únicamente conseguirá aumentar el malestar físico y psicológico. Hay que expresar esa emoción, dejar que salga y cumpla su finalidad. Vivirla, comprender su origen y emprender acciones para darles respuesta facilitaría la recuperación a un estado emocional más positivo.

2.- Evita la sobreinformación. Hay que conseguir encontrar el punto intermedio entre no saber nada y la obsesión de estar mirando de forma continua las noticias relacionadas con la situación, el virus, las posibles vacunas, los nuevos casos, el número de fallecidos, las medidas económicas, las sanitarias, las académicas... Llegar a este punto solo te llevará a un mayor estado de ansiedad y a una gran dificultad para desconectar de la crisis sanitaria. Lo óptimo es conocer lo estrictamente necesario dejando lo que no te beneficia al margen.


3.- Aunque sea difícil... intenta mantener una actitud positiva. Quizá es el punto más complicado porque es el menos "tangible", y además, pensar en positivo o leer mil frases motivadoras en tazas de Mr. Wonderful no sirve para nada. No obstante, hay un ejercicio que puede ayudar a salir del bucle de la negatividad. Puedes preguntarte cómo sería tu día de mañana si cambiaras tu mala actitud, si milagrosamente hubiera desaparecido durante la noche. ¿Qué cosas estarías haciendo para promover ese estado? El siguiente paso... ¡llevar a cabo esas cosas!

4.- Cuidar los hábitos de alimentación y sueño. Puede haber cambios sustanciales en tu alimentación y sueño al romper tu rutina y ritmos habituales. El acostumbrarse al teletrabajo (trabajando en el mismo sitio que duermes, comes y tienes tu tiempo de descanso), quedarte sin trabajo, doblar turnos, tener a tus hijos más horas en casa que antes, y mil cosas más, puede desorganizar tu vida totalmente. Por eso es fundamental mantener un horario y unas rutinas. Para ello os remito a mi post de Instagram y Facebook de 16 de marzo de 2020. Pronto lo publicaré en este blog con alguna que otra expansión, mientras tanto... aquí os dejo el enlace.

https://www.facebook.com/photo?fbid=2641157402775743&set=a.1423507291207433

5.- Practica ejercicio, relajación y / o respiración controlada. El estrés en esta situación aparece como respuesta del organismo a una situación que él considera una amenaza. Puede resultar muy útil practicar deporte (ahora que ya está permitido puedes ir al gimnasio, salir a andar, a correr o ponerte vídeos por youtube), ejercicios de relajación y / o ejercicios de respiración que ayuden a estabilizar el estado de ánimo liberando endorfinas y recuperando energía y serenidad. ¡Piensa siempre que mente y cuerpo están conectados!

Espero que estas pautas os ayuden a seguir adelante y adaptaros un poco más a la situación. Deciros que son pautas generales, y que poco a poco iremos ahondando en esa fastidiosa incertidumbre. Mientras tanto recordad que no sois robots ni tenéis que demostrar nada a nadie. ¡Tener un mal día es humano!



viernes, 2 de marzo de 2018

El Psicólogo forense... ¿Qué es y cuáles son sus funciones?

En repetidas ocasiones, tanto familiares, como amigos, e incluso personas que me llamaban para encargarme una evaluación psicológica forense, me han sorprendido preguntándome cosas del estilo: "Pero ¿qué haces exactamente?", "Realmente, ¿A qué te dedicas? o incluso de forma más clara "¿Qué es esto de la psicología jurídica?". Son todas estas preguntas, las que me han hecho ver la necesidad de escribir un artículo que dé respuesta a todas ellas.

Definida del modo más amplio posible, sabéis que la psicología es la disciplina que estudia la conducta humana y los procesos mentales relacionados.
No obstante, dentro de esa disciplina existen distintas ramas.


Una de ellas es la psicología forense, cuyo término proviene del latín forum, que significa plaza o espacio público en el cuál, durante la época romana, se celebraban los juicios públicos. Siendo así, no es de extrañar que esta rama de la psicología sea la que estudia e interviene en los procesos judiciales con el fin de aportar datos y conocimientos que ayuden a resolver los conflictos en curso.

Y evidentemente, el psicólogo forense es el profesional encargado de los menesteres de esta rama de la psicología. Y aquí empieza el motivo real de este artículo... ¿A qué se dedica un psicólogo forense? ¿Cuáles son sus funciones dentro de la psicología?

Para empezar creo que es importante dejar claro que cuando hablamos de un psicólogo jurídico o un psicólogo forense lo estamos haciendo de términos que se usan de forma indistinta. Ambos se refieren al profesional especializado en realizar todas las funciones siguientes:

1.- Evaluación y diagnóstico en el ámbito jurídico.

Una de las diferencias entre la psicología jurídica y la clínica radica en que, en la primera, jamás debe presuponerse veracidad. Hay que ponerlo todo en tela de juicio. Para ello, el profesional de la psicología jurídica utiliza distintos métodos (entrevistas clínico - forense, pruebas psicométricas, observaciones a / sistemáticas...), puestos en práctica en distintas sesiones, evaluando distintas áreas y múltiples fuentes.

Este protocolo de evaluación garantiza una objetividad óptima y necesaria dentro del ámbito de la psicología jurídica. Posteriormente se realiza una integración de todos los resultados obtenidos para formular las conclusiones, y en su caso diagnóstico, que servirán de guía a jueces, fiscales y abogados en el proceso judicial. Por este motivo es de vital importancia el dominio de la psicología clínica dentro del ámbito de la forense.

2.- Elaboración de informes periciales y ratificación en sala.


Así como en el entorno de la psicología clínica no suele ser común realizar un informe por escrito, siempre suele ser de este modo en el ámbito jurídico. Una vez realizada la evaluación, integrada la información y llegado a las conclusiones, es imperativo realizar un informe en el cuál quede constancia de toda esa información.

Dicho informe será el que se aportará al juzgado correspondiente para que las partes implicadas puedan tenerlo en cuenta y tomar así las decisiones oportunas. No obstante, si se considera necesario por la parte, fiscalía o Su Señoría, el psicólogo perito deberá acudir al juzgado para contestar a todas las preguntas que se le formulen sobre la evaluación realizada, sus conclusiones, su opinión y por ende, sobre el informe que obra en autos.

3.- Asesoramiento.

Tanto a los letrados en cuestiones sobre cómo abordar un caso, un posible interrogatorio, sobre la necesidad de una evaluación pericial o la contrapartida en otro caso; como al Juez informando y sugiriendo posibles tratamientos a personas condenadas a pena de privación de libertad, así como sugerir la mejor forma de guarda y custodia o sobre las implicaciones y posibles dificultades psicológicas de la situación en curso y su sentencia.

4.- Intervención.

Diseñando e implementando programas para el tratamiento, rehabilitación e integración de actores jurídicos, tanto dentro del centro penitenciario como una vez reinsertados en la comunidad.

5.- Campañas de prevención.

Se trata de preparar campañas de información social y de programas de prevención tanto para la población general como de riesgo, llevando a cabo tareas como la divulgación de información para una mayor seguridad, la elaboración de talleres de concienciación y prevención, y la prevención primaria.

6.- Mediación.

Interviniendo en conflictos jurídicos de forma distinta a las mencionadas anteriormente. En este caso los protagonistas son las partes implicadas, ante las cuales se intentan buscar soluciones, donde el psicólogo jurídico adquiere el rol de mediador, para encontrar alguna alternativa a la vía legal que repare, palíe y prevenga el daño emocional y social de esas partes.

7.- Victimología.

Desgraciadamente siempre habrá víctimas, y la atención hacia ellas es muy importante. La función del psicólogo forense, como ya habréis intuido, es la de atender, tratar y realizar un seguimiento a las víctimas de malos tratos, abusos sexuales, etc. en sus diferentes grados. Hay que asegurar una adecuada atención y una dotación de recursos personales para garantizar la prevención de nuevas situaciones de revictimización.


Cómo podéis ver, la psicología jurídica lleva a cabo múltiples funciones. ¿En qué áreas? ¡No os perdáis mi próximo artículo y así sabréis cómo podemos ayudaros!

viernes, 16 de febrero de 2018

Eres tú el príncipe azul que yo soñé...


Mucha película Disney, y mucho romanticismo, pero siento deciros que el tema no funciona así. Aunque eso implique tocar con los pies en la tierra y eliminar de un plumazo todas las aventuras románticas y apasionadas de los príncipes azules y sus amadas princesas de cuando éramos pequeños, sabemos que el hecho de enamorarnos no es más que una consecución de procesos químicos que se desarrolla en nuestro cerebro por culpa de unas hormonas que actúan como neurotransmisores, llamadas  endorfinas (en concreto la norepinefrina, la dopamina y la feniletilamina). Así, el proceso del enamoramiento es el siguiente: 



1.- Para empezar, el susodicho en cuestión nos parece atractivo en concordancia con los cánones de belleza que nosotros mismos nos hemos creado y "es" lo que nos gusta. Pues bien, desmontando el mito del amor romántico, en este momento, nuestro cuerpecito (y según la teoría de la evolución de Darwin), lo único que está haciendo es responder de forma positiva a aquel que evolutivamente nos dará más oportunidades de procreación, que es al fin y al cabo el fin último de la unión hombre - mujer.


"Amor es lo que te hace sonreír cuando estás cansado" (Terri, 4 años).




2.- En este punto ya vamos chutados de endorfinas hasta las cejas, hasta el punto de atribuirle a la pareja "cualidades extraordinarias" de las que muy probablemente (no seguro) carece, o que simplemente no son tan extraordinarias. Esto según la evolución nos confirma que hemos escogido de forma adecuada, y ya de paso, que estamos locamente enamorados de esa persona.


3.- La tercera y cuarta fase son las correspondientes a la creación del vínculo emocional y sexual, donde nos descubrimos los unos a los otros y donde todo es nuevo, bonito y fascinante. Aquí se produce una importante segregación de feniletilamina, sobre todo durante la práctica de actividades sexuales (la cual se genera también con la ingesta de chocolate, de ahí que se considere un sustituto parcial del sexo), que no hace más que aumentar el convencimiento de que ese amor existe y de que es para siempre.






"Cuando a mi abuelita le dio artritis, ella no podía agacharse a pintarse las uñas de los pies, entonces mi abuelito se las pinta siempre, aunque él también tiene artritis en las manos. Eso es amor." (Rebecca, 8 años).



Y ahora que seguro que he desmotivado a todos los románticos empedernidos, voy a volveros a motivar. Para empezar deciros que yo me considero una de vuestro club, y una enamorada de la idea del amor. El hecho de que este sea (muy a grandes rasgos) el proceso del amor, no quiere decir que ese amor no exista, que esos sentimientos no sean ciertos y que esa persona no sea la que realmente te va a hacer feliz por el resto de tu vida. Todo esto solo quiere decir que los sentimientos se producen en el cerebro y no en el corazón. Que el cerebro, a parte de ser el órgano racional por excelencia, también es el órgano más visceral que tenemos, donde se genera todo lo que hacemos, pensamos y sentimos, de una forma muy real.



Sino que se lo digan al chico de este vídeo. El amor existe, es real y maravilloso. Y bajo mi punto de vista así debería ser. Valiente, tenaz, capaz, inteligente y arriesgado. Pero a la vez dulce, apasionado, inocente y espontáneo. Debe ser capaz de llevarte a hacer grandes locuras, de intentar lo inimaginable y de sorprenderte día a día, a la vez que sosegarte y calmarte, dándote una paz y una tranquilidad propias de un hogar. Puede que sea una empresa muy ambiciosa, pero cuando se ha conseguido y sabes que es posible y cierto, es imposible apuntar más abajo.




"Amor es cuando mi mamá le hace café a mi papá pero antes se toma un sorbo ella para asegurarse de que está rico." (Danny, 7 años).


Espero que disfrutéis del vídeo y del amor!!


https://www.youtube.com/watch?v=ecEIfR9uwro






miércoles, 17 de enero de 2018

De cómo ir a la guerra y salir relativamente victorioso


Todo proceso judicial es como un examen. Salvo por un pequeño matiz. En un examen tienes segundas y terceras oportunidades. Pero a raíz de una sentencia judicial, nuestra vida puede cambiar drásticamente.
Por mi profesión tengo que acudir reiteradamente al juzgado. En todas esas ocasiones siempre he podido observar lo mismo. Personas en el pasillo esperando a que llegara la hora de entrar en sala para que terceras personas, teóricamente más instruidas en la materia, decidan sobre su vida. Personas intentando controlar su estado anímico con conversaciones banales y risas forzadas mientras alguno de sus acompañantes intenta frustradamente hacerles reír. Personas fingiendo que todo va bien mientras están aterradas por lo que pueda pasar una vez se inicie el juicio. Personas que, incluso semanas antes de la vista, te llaman o vienen a verte para que les des un poco de alivio, únicamente porque desean saber, porque van a ciegas.
Pintura: El juicio de Paris (Peter Paul Rubens)
Da igual en la parte en la que estés. Si formas parte de la defensa o de la acusación. Siempre se teme el resultado. Y siempre se temen a esas personas que te analizan desde sus asientos, con sus togas negras, mientras tú estás de pie frente a ellos intentando que no te tiemble la voz mientras contestas a sus preguntas.
La despersonalización es de igual forma una tónica en muchas salas de los juzgados. No hablo de su Señoría, letrados o peritos. Ellos tienen cargo, nombres y apellidos. Me refiero a las partes implicadas, a las personas sobre las cuales se deben tomar decisiones sin que su opinión y su discurso importen para mucho. En ocasiones es escuchado, pero en otras hay decisiones tomadas de antemano sin que importen las consecuencias, solo por simple comodidad, estereotipo o cliché. Aquí eres un caso más. Eres un expediente que archivar en la mayor brevedad posible para que no aumente la saturación de la sala. Aún más si cabe. Desgraciadamente, de estos hay algunos.
Todas estas cuestiones, con las que muchos seguramente os sentiréis identificados, son las que hacen que ir al juzgado sea como ir a la guerra. Una batalla que luchar pero de la que nunca sabes el resultado de antemano. Aumentará tu ansiedad, te costará dormir los días previos… puedo contar muchas posibles consecuencias de tener que pasar por un proceso así. No tengo fórmulas mágicas. Qué más quisiera. Pero si puedo dejaros algunos pautas por si tenéis que acudir a un juicio como parte implicada:
 Pintura: El juicio de Salomón (Luca Giordano)
  1. Haz algo que te entretenga la tarde anterior al día del juicio. Intenta pensar en otra cosa. El trabajo ya está hecho. Ahora relájate como mejor te guste y con quien te apetezca. Si hay algún momento en el que puedas reír a carcajadas, mejor. Verás cómo saldrás ganando.
  2. Cánsate el día anterior. Tómate una infusión relajante antes de ir a dormir. Hazlo como quieras (mejor abstenerse de tomar pastillitas), pero duerme. Necesitas ir descansado y con la mente clara.
  3. Nunca vayas solo. Aunque vayas con testigos, abogado, etc., en ocasiones puedes sentirte solo ya que todos estáis nerviosos por lo mismo y nadie puede ayudar. Ir con una persona externa a todo el proceso puede suponer algunos beneficios para los momentos de espera y posteriores.
  4. Sabiendo que puede pasar cualquier cosa, llévate el juicio preparado con tu abogado. Ten claro lo que te van a preguntar y cómo, y no te salgas del guión pactado a no ser que sea estrictamente necesario.
  5. No respondas precipitadamente. Medita tus respuestas. Aunque tampoco estés una hora pensando como si quisieras escribir la segunda parte de “El Quijote”.
  6. No te enrolles en las respuestas. Contesta única y exclusivamente a lo que te han preguntado sin subirte por las ramas.
  7. No te preocupes si la respuesta es un simple “sí” o “no”. Si realmente es lo único que puedes responder, no te amargues por no dar más información. Recuerda que la información es poder, y que dar de más no siempre puede beneficiarte.
  8. Piensa que por mucho que lleven toga, etc., etc., son personas. Es cierto que pueden decidir por ti, y eso impresiona, pero son simples seres humanos que van al baño igual que tú. Sino imagínatelos como esqueletitos… verás cómo lo ves de otro modo.
  9. Cuando salgas, haya pasado lo que haya pasado en sala, ves a hacer algo que te distraiga con esa persona externa al proceso judicial.
Ya sé que a pesar de que se haga todo esto la ansiedad no desparecerá por completo. No es la panacea. Pero la suerte está echada, y cualquiera puede ser el resultado. Ya llegará con la sentencia. Mientras tanto… ¡¡no te olvides de vivir!!

viernes, 30 de diciembre de 2016

Des - Propósitos para el año nuevo

Pronto volveremos a la realidad.

Ya sabéis los que me conocéis, y los que no ya os habréis dado cuenta, de mi elevado espíritu navideño en estas fechas. Lo siento pero no puedo evitarlo. Tanto para mí, como para el mundo en general, el día en que se percibe de forma sustancial el inicio del año es el 7 de Enero. Ya han terminado todas las celebraciones, han venido los Reyes Magos, y es el día en el que los niños vuelven al colegio y ya no tienes esa resaca navideña, sin la cuál entras de nuevo en tu trabajo y en tu rutinario día a día.

En algunos momentos ese periodo navideño es bonito y entrañable, seguro que al menos para la mayoría. Pero otros solamente hacen pensar... "Por Dios, que acabe ya". El hecho de que finalice en breve no es ni mejor ni peor, solo han pasado quince días más de nuestra vida, volviendo de nuevo a esa pacífica armonía - rutina de la que normalmente queremos salir, pero a la que tanto echamos de menos cuando no está.

Sea como sea, el inicio del año marca muchos objetivos a cumplir, los cuáles nos imponemos inicialmente nosotros mismos como una "mejora" en nuestra vida, sin calibrar apenas si es lo que realmente queremos o simplemente es lo que toca por tratarse de algo que empieza. En mi caso, he decidido que en lugar de crear una lista irreal de propósitos que frustran al personal (adelgazar, dejar de fumar, hacer deporte y aprender inglés como si fuera a contratarme una gran empresa internacional), voy a elaborar una lista rejuvenecida y más acorde con los tiempos que corren.

Aquí mi lista de des - propósitos para 2017.

1.- La vida se mide en tiempo. Deja de perderlo en cosas que te hacen infeliz.

2.- Manda a la mierda y di "no" con más frecuencia. Ya está bien de intentar agradar a los demás todo el tiempo.

3.- No esperes demasiado de los demás. No todo el mundo es como a ti te gustaría.

4.- Deja de hacerte el digno dando la callada por respuesta. ¿De verdad decir lo que sientes es sinónimo de indignidad? O ¿Acaso dar tu opinión tiene que generar discusión cuando tú aceptas la de los demás? Una vez me dijeron una frase que viene a colación: "Tu libertad termina donde empieza la mía". Pensadlo.

5.- No dejes de salir con tus amigos incluso para hacer el ganso. Lo de cuidarse en exceso es una mamarrachada similar a no hacerlo en absoluto. Cuando vuelvan a anunciar el fin del mundo, piensa en que una de éstas va a ser la buena. Que no te pille EL GRAN FINAL comiendo arroz integral.

6.- Confiesa que no has visto ninguna de las series o películas que están súper de moda y ya deberías haber visto. Con la frente bien alta.

7.- Si tienes perro pasa más tiempo con él, hasta que las babas se te resbalen por la cara o se te duerman las piernas por no quererlo despertar cuando duerme en tu regazo. Eso es el amor.

8.- Haz un deporte que no practique nadie. Invéntalo, siéntete pionero. Por ejemplo, cuando llegues el lunes al trabajo comenta en secreto que has empezado a hacer pilatesrunningsubacuático y que está súper de moda en los gimnasios de Osaka.

9.- Lo mismo con la dieta. Invéntate una y expande tu credo. Yo propongo la de chupar tizas durante la semana. No vale limpiarse los contornos de la boca.

10.- No dejes tus proyectos personales por nada ni por nadie. No merece la pena, nadie te lo agradecerá y acabarás arrepintiéndote.

11.- Viaja. No hace falta ir muy lejos ni tener mucho dinero para descubrir lugares y paisajes diferentes.

12.- Canta en la ducha.

13.- Dúchate con alguien de vez en cuando. Intenta que sea alguien que cante peor que tú.

14.- Ve a conciertos. La música en directo tiene una magia difícil de explicar. Y así puedes cantar sin que se note mucho si desafinas.

15.- Si no tienes pareja prueba a tener sexo con un montón de personas diferentes. Simplemente diviértete. Mira una peli de Lenny Kravitz y arráncate los ojos.

16.- No compruebes si tu ex tiene un Badoo: lo tiene.

17.- Cómprate un loro y enséñale a decir "que viene el de la coleta" todo el rato. Cuelga un vídeo en YouTube y hazte rico. Después libera al loro, y con el dinero ganado monta una ONG.

18.- Créete las estadísticas de crecimiento económico y desempleo si quieres ser feliz. No las creas si quieres ser libre.

19.- Sé (un poco más) exigente con los demás y (un poco menos) cruel contigo mismo. Todos saldréis ganando.

20.- Si tienes pareja... Disfruta!! Haz el amor con ella en todos los rincones posibles, sorpréndela y déjate sorprender. Sal de tu zona de confort con ella. Probad y experimentad.

21.- Nunca des nada por sentado. El éxito radica en la persistencia.

22.- Da un beso a tu madre y disfrútalo como si fuera el primero y el último. Vuelve al domingo siguiente.

23.- Practica el cinismo.

24.- Deja el teléfono a un lado y disfruta de la compañía de quien tienes delante. No tiene sentido hablar siempre con las personas que no están contigo e ignorarlas hablando con otros cuando sí lo están.

25.- Siéntate espachurrado en el sofá mientras miras una película, con todas las golosinas y helados posibles que puedas... ¿Acaso en el 2017 se engorda más que en el 2016 y esto está prohibido?

26.- Rodéate de gente que para TI vale la pena. Estén cerca o estén lejos serán los únicos que realmente estarán a tu lado cuando los necesites y sabrán exactamente si es el momento de meterte una ostia, de abrazarte o de llevarte a hacer levantamiento de vidrio en barra fija. Los únicos que realmente te conocen y te aceptan tal y como eres son los únicos que merecen estar en tu vida.

Recuerda que los días de compromisos, reuniones falsas y gozo infinito pronto habrán llegado a su fin y tienes todo un año por delante para volver a complicarte la vida. Ilusiónate con cada pequeña cosa que te suceda a partir de ahora, porque nunca nada se repite. Si no has pensado en separarte, estás enamorado hasta las trancas y ves estrellas fugaces cuando lo / la miras, échale un polvo sobre la mesa de la cocina mientras gritas con el puño alzado ¡Por mi y por todos vosotros!

¡¡FELIZ Y PRÓSPERO AÑO 2017 A TODOS!!


miércoles, 27 de abril de 2016

Decálogo para entender a las mujeres

Últimamente he oído bastantes comentarios del tipo "Es que yo ya ni lo intento. Entender a una mujer es imposible", "Es que no hay quien os entienda", "Sois más raras que un perro verde", o "Es que os enfadáis por nada". Vamos a ver, Señores, para que simplemente quede claro... Todo esto no es cierto. O sí. Pero... a mi que nadie me vuelva a decir que los hombres son simples, porque eso es lo que os han hecho creer, pero al igual que nosotras tenéis inquietudes, cosas que os ponen nerviosos, tristes, cosas que no entendéis y emociones que no sabéis controlar. Por lo tanto, aquí no estamos hablando de hombres o mujeres, hablamos de personas, y cada una tiene sus peculiaridades sin necesitar de frases discriminatorias por condiciones de sexo. Aquí tenéis un decálogo de cómo poder comprender aún más a una mujer, o dicho de otro modo, de lo que suelen significar los "San Benitos" que se nos han colgado. Prestad atención chicos, puede seros bastante útil.

1. "¿Qué te pasa?" "Nada". MENTIRAAAAA!! Siempre que oigáis a una mujer decir eso, SÍ... le pasa algo. Aquí puede haber varias opciones. O no queremos hablar del tema ahora para no estropear más las cosas, o simplemente que os creemos lo suficientemente adultos como para averiguar lo que habéis hecho por vuestra propia cuenta. Yo personalmente no soy partidaria de la segunda opción, pero pasa. Consejo: no toquéis las narices más de lo justo y necesario. Si después de haberlo pedido dos veces la respuesta es la misma, optad por lo siguiente: "Vale, he entendido que pasa algo, pero no se lo que es. Así que démonos un rato y ambos lo pensamos para poder hablar". Ellas verán que estáis interesados y no pasáis de todo, y vosotros tendréis ese tiempo para también calmaros y poder pensar que ha pasado.

2. "¿Qué quieres hacer" "Me da igual". Hay mujeres que sinceramente cuando dicen eso les da igual, pero hay otras que no. Al igual que los hombres. Consejo (y este va para ambos): sed sinceros. ¿Qué ganáis no diciendo lo que os apetece hacer y después estando de morros? Decidlo y fin. Será todo mucho más sencillo.

3. "Es que nunca me escuchas". Señores... ¿cuántas veces habéis escuchado esto? Hay investigaciones que afirman que los hombres sois capaces de filtrar la frecuencia de las ondas sonoras de la voz de las mujeres. Esto parece que os exime. Pues no, ya que esto solamente pasa cuando lleváis un rato escuchando la misma frecuencia. Cuando una mujer os hable, desde el principio escuchad e intentad prestar atención, eliminad elementos que puedan hacer que os distraigáis (televisión, mv, etc.) ¿No lo hacéis en el trabajo? Pues lo mismo en casa.

4. "Es que te lo he repetido mil veces". Vamos a ver si os queda claro... NO somos vuestras madres. NO estamos obligadas a hacer lo mismo que hacían ellas en casa. Sabemos que estáis cansados, que llegáis de trabajar, y que prestar atención a la ropa que se tiene que recoger, al agua que se tiene que comprar, al biberón del niño o a lo que hay en la nevera para cenar es más cansado aún. Pero... Hola?? Los tiempos han cambiado, y nosotras también trabajamos. Tenemos que prestar atención a 50 millones de cosas al igual que vosotros. Pero lo que pasa en casa no se ha eliminado, sino que simplemente se nos han añadido tareas. Atención please!!!

5. "Ya no eres tan cariñoso como antes". Aquí voy a tirar una lanza a vuestro favor. Señoras... nosotras tampoco. Las relaciones con el tiempo van mutando, y nunca, jamás, será lo mismo a los cinco años que a los cinco meses. No es que nos volvamos distantes, es que nos volvemos distintos. Si queréis cariño, dadlo. No lo cambiéis por un plato de sopa. No es un sustituto adecuado.

6. "¿Me ves más gorda?". Chicos lo siento, tema espinoso. No hay chica a la que le guste que le digan que sí. Pero el decir que no tampoco os beneficia. Pensad si fuera al revés, ¿os gustaría que os dijeran que sí?. Lo siento, aquí fórmulas mágicas no tengo. A nadie le gusta que le digan que ha empeorado su aspecto.

7. "¿Ya estás de mal humor? Tienes la regla, ¿no?". SÍÍÍÍÍ. Clixé de podium. A mi me gustaría veros con todos esos cambios hormonales una vez al mes. ¿Sabéis todo lo que pasa en nuestro cuerpo durante "esos días del mes"? No, ¿verdad? Pues por favor, informaros. Y sinó, aguantad. Son solo dos días de mal humor, el mismo que tenemos que aguantar nosotras cuando tenéis un mal día en el trabajo, vuestra madre os ha sacado de quicio o un amigo os toca la moral. Es aguantar por la otra persona. Pareceremos basiliscos por cualquier chorrada. Consejo: decid que sí y mimadnos. Os lo agradecermos mucho. Un abrazo es suficiente.

Supongo que hay muchos más, y os animo a que los escribáis. Ya para finalizar os puedo decir que chicos, cuidado!!! Las mujeres podemos ser muy buenas, pero no nos toquéis la fibra, porque Satanás a nuestro lado no llega ni a sucursal!!! El truco es simple, escuchadnos, prestadnos atención y seguid siendo los de siempre, de esos nos enamoramos. Pronto escribiré la antítesis de esto, el Decálogo para chicos. Porque señoras, tampoco son ellos los culpables de todos los males del mundo!!!

viernes, 1 de abril de 2016

Mitos y leyendas del psicólog@, ese extraño ser.


En múltiples ocasiones he oído comentarios del tipo, “Uh… si eres psicóloga paso de hablar que seguro que me psicoanalizas” o incluso, “¿Qué eres loquera? ¿Y no te da miedo? Debes ver de todo, cuenta, cuenta”.  Por mucho que todos tengamos a un conocido, amigo o familiar que haya ido al psicólogo, muy poca gente sabe en realidad lo que somos, lo que sí hacemos y lo que no.

Empecemos por una pregunta simple. ¿Qué os viene a la mente cuando pensáis en un psicólogo? La mayoría de la gente a la que le he formulado esta pregunta me ha respondido, cosas del estilo, “Es alguien que se sienta y te tumba en un diván. Después se limita a escucharte y a darte consejos”. Pues bien, excepto la primera (más que nada que sino se haría complicado algo tan simple como tomar algunas notas, por ejemplo), ninguna de estas afirmaciones es cierta. Y precisamente esto es lo que voy a intentar, desmitificar los mitos que giran alrededor de la figura del psicólog@, siendo éstos los más comunes.

1. El psicólog@ no es un médico. Se me ha dado el caso, de personas que han venido a consulta con una simple demanda, “Deme algo para que se me pasen estos nervios”. No querían ni oír hablar de ningún otro tipo de tratamiento que no fuera el farmacológico. Pues bien, eso nosotros no podemos hacerlo. Para eso están los psiquiatras. Sí que es cierto, que en algunos casos de psicopatología grave, nosotros mismos recomendamos a los pacientes que acudan a ellos, ya que vemos necesario un tratamiento dual de psicoterapia y psicofármacos. Pero en la mayoría de los casos, esa medicación no es necesaria y es más que suficiente con una modificación de la conducta y de las cogniciones del paciente.

2. El psicólog@ no es un mago. Muchas veces les he dicho a las personas que entran en mi consulta que no tengo varitas mágicas ni botones instantáneos que apretar. No por el simple hecho de acudir alguna vez se arreglan todos los problemas. El psicólog@ solo no consigue nada. El proceso terapéutico requiere tiempo y esfuerzo por parte del paciente, a la par que una gran motivación para el cambio. Y a su vez conocimientos, empatía, capacidad para hacer frente a los imprevistos y una gran objetividad por parte del psicólog@. Si se poseen todos estos elementos, ambos formarán un buen equipo, y cualquier problema podrá tener solución.

3. Siento daros esta mala noticia pero… l@s psicólog@s no leemos la mente. Lo siento mucho si os decepcionamos, pero necesitamos que nos contéis las cosas, todo lo que ocurre como si fuéramos curas. No tenemos secreto de confesión, pero sí secreto profesional, que ampara incluso más al paciente. Para poder hacer bien nuestro trabajo, y llevar a cabo la fase de evaluación con éxito, necesitamos obtener toda la información posible, que a pesar de tener técnicas para obtenerla, no somos capaces de adivinarla porque sí. Y otra cosa que viene al caso… en psicología jurídica hay que corroborar la veracidad de esa información, pero dentro de una consulta se presupone que el paciente te dice la verdad, ya que viene por su propio pie. Pensad una cosa… si engañáis a vuestr@ psicólog@, solo os estáis engañando a vosotros mismos.

4. Un psicólog@ no solo se limita a escuchar. Hay momentos que evidentemente son para ello, y que tanto el cliente como el terapeuta necesitan para que éste último sepa cuáles son las novedades, lo que va bien y lo que no. Es cierto que escuchamos, pero lo que nosotros llamamos escucha activa va más allá de esa simplicidad. Un psicólog@ recoge información de forma objetiva, para poder llevar a cabo unas conclusiones y a partir de ahí poder dar las pautas necesarias para modificar la conducta problema. Con lo cual, a parte de escuchar, por ejemplo, también hablamos y nuestro cerebro va a dos mil por hora para poder hacer nuestro trabajo con corrección.

5. Un psicólog@ no da consejos. Los consejos te los da tu amiga Manolita cuando quedáis para tomar un café porque estás de bajón. El psicólog@, en cambio, realiza una evaluación objetiva en base a la cuál enseña al paciente toda una serie de técnicas (cuya validez y fiabilidad han sido corroboradas empíricamente) y habilidades para que él mismo sea capaz de salir de cualquier situación conflictiva en la que se vea inmerso.

6. Cuando un amigo vuestro os dice que va al psicólog@... ¿Cuál es la imagen mental que os viene a la cabeza? Me ha sorprendido las veces que me han preguntado sobre mi diván… y no tengo diván, pero ya se presupone… ¿Otro mito? No en sí. Al diván lo hizo famoso Sigmund Freud en la práctica del psicoanálisis en el S. XIX, situándose detrás de la cabeza de sus pacientes para que no hubiera contacto visual y éstos no desviaran su atención, a la vez que para analizarlos. Actualmente, se sigue usando en la práctica del psicoanálisis y de los seguidores de Lacan, pero nada tiene que ver con una buena práctica de la psicología. Es la profesionalidad del psicólogo y la situación particular de cada paciente y tratamiento lo que define qué hacer y cómo para obtener los objetivos marcados por ambos. Como siempre la respuesta está en encontrar el psicólogo más adecuado para cada necesidad.

7. ¿Por qué se estudia psicología? Los mayores mitos radican en respuestas como: “porque así puedes tratarte a ti mismo”, “porque se han tenido traumas que quieren entenderse”… nada más lejos de la realidad. Eso sería como decir que alguien que estudia arquitectura lo hace porque quiere hacerse una casa o uno que estudia medicina porque quiere operarse a sí mismo. Conozco a muchos psicólogos, y lo que ha llevado a estudiar psicología a la gran mayoría es una curiosidad tremenda por la mente humana, por cómo funciona, por saber por qué en una misma situación alguien desarrolla una psicopatología y otro no, y sobre todo porque sabes que así podrás ayudar a los demás. Sea cual sea el motivo, en la gran mayoría de los casos nada tiene que ver con esas respuestas sesgadas.

8. Sí, los psicólogos pueden deprimirse. Aunque al mundo le cueste entenderlo, los psicólogos no tenemos inmunidad ante nuestros procesos mentales y emocionales. Cierto es que sabiendo la teoría podemos ajustarnos más rápidamente o en mayor número de ocasiones que los demás, pero esto no nos exime de esos sentimientos y emociones. Un psicólog@ puede enfadarse, puede ponerse nervioso, puede tener ansiedad, puede llorar y puede reír. Puede haber situaciones en su vida que no sabe gestionar del todo y equivocarse, y puede haber momentos en que lo mande todo a freír monas. A su vez, también duerme, come, paga facturas, necesita vacaciones, y un largo etcétera. Cerrando ya… no os olvidéis de que somos personas, y sobre todo… que hay que estar muy loco para ser psicólog@, ¿Quién sino en su sano juicio se haría cargo de los problemas de los demás?

Y otra cosa, para nosotros, la psicología es más que una profesión, y ser psicóloga, al menos para mi, es simplemente un honor.